El revire de Granier, la oportunidad de Núñez.
Hugo Triano Gómez.
Cuatro meses y medio después de haber dejado el poder y tras un nuevo escándalo nacional, Andrés Granier se refirió por fin de viva voz a las diversas interrogantes que pesan sobre él, tras su paso por la gubernatura en Tabasco.
Sus
declaraciones son materia obligada de análisis, más allá de que pretendió
"disculparse" con los tabasqueños por su estado de ebriedad, al
momento de alardear sobre su ahora negado "extenso" guardarropa.
Fue
de hecho la primera oportunidad de interrogar al "villano favorito"
de los que habitan suelo choco, para conocer una versión de "más de dos hojas"
sobre lo que se le acusa; su percepción en la distancia de lo que acá sucede,
sus preocupaciones actuales y hasta para enterar a sus coterráneos de su -según
él- afectado estado de salud.
A
juzgar por lo expresado Granier ha avanzado muy poco en su elocuencia al
estructurar mensajes. Intentó, pero no logró ser totalmente discreto como para
que los tabasqueños no se dieran cuenta que la sede de su supuesto "exilio
obligado" es Miami. Una revisión más detenida de sus declaraciones lo
confirma.
A
nadie debe sorprender tampoco que el químico se diga ahora víctima de una
"persecución despiadada" y que afirme que Tabasco no está en
"bancarrota". Baste recordar que para él nunca hubo problemas
serios derivados de la administración de
recursos durante su gestión. Tarea sencilla será para el gobierno de Arturo Núñez,
quitarse de encima el señalamiento si se apega literalmente a las definiciones
de los términos acuñados. Por un lado Núñez ha hablado todo este tiempo de
"boquetes financieros", del "desastre financiero que
encontró" no de bancarrota, entendida como el grado máximo de un problema
de este tipo en el que prácticamente no hay nada más que hacer. En otras
palabras, si un desastre financiero no es lo mismo que la bancarrota, no hay
"contradicción" por aclarar.
Lo
que si urge en cambio es saber quiénes son a juicio de la nueva autoridad los
responsables de todo lo que ha detallado a casi 5 meses de administración.
Granier
realmente no metió en un "embrollo" a Arturo Núñez cuando ventiló el
acuerdo con su sucesor, para que ni uno ni otro estuvieran presentes en su
último informe de gobierno y en su toma de protesta respectivamente. Con todo y
que lo haya dicho Granier, la verdad es que a ninguno convenía. Si Núñez
acompañaba a su alguna vez cercano amigo, las de por sí presentes dudas sobre
una investigación a fondo y la idea de una posible impunidad escudada en su
compadrazgo se habrían disparado. Si Granier se aparecía en el evento de Núñez,
se exponía a la "efervescencia" del cambio, a la humillación, a la
rechifla, a los insultos, tal vez a los golpes
Fue
diferente cuando Granier ventiló que el gobernador Núñez sabe donde está, que
lo ha sabido desde antes de su partida -incluso la causa- pues cuando se le
inquirió meses atrás dijo no saberlo. ¿Por qué lo negó? ¿Por cuestiones de
amistad, de conveniencia, de algún acuerdo, de seguridad? La falta a la verdad está latente.
Afortunadamente habrá que esperar solo unas horas para que el Ejecutivo lo
acepte, lo justifique o lo rechace.
Lo
más importante en todo esto es que el gobierno Nuñista vuelve a situarse ante
la oportunidad de mostrar evidencias del mal manejo administrativo del gobierno
anterior. De recuperar algo de la credibilidad posiblemente disminuida de
quienes quieren que ya corra sangre en el río.
¿Qué
hacer en lo inmediato? Explicar convincentemente por qué José Sáiz no ha sido
llamado a comparecer ante los números discordantes detectados, citarlo para que
explique la falsedad de la información que el gobierno Nuñista le ha reclamado
al granierista, y que según sus dichos ha comprometido la totalidad de las
participaciones federales. Agilizar los procesos que tenga en marcha, proceder
contra quien haya que hacerlo o quizás empezar a pensar en reconocer que las
pruebas con todo y las huellas que se presumió habían dejado, son insuficientes, aceptando las implicaciones que ello generará.
El
hecho es que el asunto necesita trascender más allá de los dimes y diretes. A
nada llevan. Es la escena ideal para los opositores-defensores de Granier y el
peor escenario para los que reclaman por el mal proceder y buscan darle a los gobernados
su dosis de "justicia".
La
buena noticia -si es que se puede llamar así- es que Andrés Granier espera volver
en dos meses a su natal Tabasco. Habrá que ver...en calidad... de qué.
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