La otra cara del oficio periodístico.

Posted on 12:34 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios


Flor de Líz Pérez Morales.


En los últimos días se han revelado algunos eventos que dejan al descubierto los sinsabores de la práctica periodística en México y Tabasco. Por un lado, la manifestación de la sociedad civil, entre ellas la realizada por estudiantes de periodismo en el marco de la "jornada nacional contra agresiones a periodistas", en referencia al aniversario luctuoso de Regina Martínez, trabajadora de la revista Proceso. Por otro, el fallecimiento de Ricardo Astacio Velásquez, que si bien no sucumbió propiamente en el ejercicio periodístico, fue bien sabido que la profesión no le brindó condiciones mínimas, dignas y legales que le dieran una calidad de vida, por el contrario, la última empresa en la que trabajó con motivo de su enfermedad propició su despido.
Sólo estos dos casos ilustran en mucho las condiciones de una profesión que se coloca en la discusión de sí misma. 
Acusada en mucho tiempo de mercenaria, de acrítica, de tener un vínculo que hace evidente su "maridaje" con el poder, y de su franca desventaja en la pista del análisis tecnológico, tampoco puede dejarse de advertir la otra cara de la moneda. Esa donde la práctica no goza de garantías legales y económicas que legitimen la profesión en su valía social y ética; por el contrario la carencia de ello conducen y posibilitan justamente lo primero.
La historia del periodismo en Tabasco ha dado ejemplos de figuras cuyas vidas han terminado en condiciones de pobreza y exclusión social. La profesión utópica en su naturaleza humana, ungida en su filosofía como disruptiva de su propio devenir social, que principia entre sus rasgos el beneficio social, hoy emana sus propios sinsabores y desafíos de sobrevivencia.
Dos ventanas al futuro se abren justamente en esa emergencia; primero convencer a un lector social – análogo y digital-, que la profesión aún en las adversidades puede ser confiable en sus principios humanos, es decir, convencerlos que aún quedan gratamente ejemplos de periodistas que llevan como escudo la fiabilidad, responsabilidad y honorabilidad del oficio. Pero también queda una acción mucho más válida, la de formar a los futuros periodistas en ese horizonte de la práctica que en mucho tiene su identidad quijotesca. Esta quizás sea la tarea más dura.
Sobre el tema, platicaba con Cecilia Vargas Simón, periodista tabasqueña, guerrera de batallas cotidianas y portavoz de los sueños de los marginados, sobre esa tarea de enseñar a los estudiantes de periodismo a creer en los méritos de una profesión cuando la realidad nos muestra que no hay grandes ejemplos por mostrar.
La situación del periodista tabasqueño confluye necesariamente en reflexiones urgentes que ponen en evidencia, entre muchas otras, las condiciones adversas y riesgosas por las que camina la vida de un periodista, pero que ante todo demanda políticas emergentes que hagan propicia la normatividad de defensa y protección de quienes realizan este oficio.
Ahora mismo el periodismo se coloca en líneas inciertas, las mismas que en el marco de las instituciones políticas y empresariales a muy poco importa. La "ley de protección a periodistas" sólo se pone en juego cuando por ocurrencia se desea salir del paso.

Frente a lo anterior, y en defensa del oficio, es necesario realizar discusiones plenas, razonadas, de quienes deben mirar la intimidad de su propio presente. De la experiencia sale la lógica, y ésta es muy definida. La seguridad del periodista no está en manos de los otros, sino en manos propias. Sí remiramos la historia, lo que venga para el futuro estará marcado por sus propios actores: Los periodistas.

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