La pálida reacción de Arturo Núñez.
Hugo Triano Gómez.
La reacción de
Arturo Núñez a los dichos de Andrés Granier tras su reaparición, era
esperada. Se suponía que era su oportunidad para buscar recuperar con hechos,
la confianza de los tabasqueños que se "confunden"
ante las versiones encontradas respecto de las finanzas públicas. Al final,
parece que la de ayer fue una explicación insuficiente.
De inicio es de
llamar la atención que el gobernador Núñez haya mostrado dos caras sobre un
mismo acontecimiento en tan poco tiempo. En Tabasco, al medio día, dijo no
tener ninguna opinión que emitir sobre los "asuntos estrictamente
personales" de los que Granier habló en estado de ebriedad -sus trajes
y zapatos- y por la tarde a nivel nacional con Joaquín López Dóriga, ironizó
diciendo que "si un día se emborracha... presumirá que tiene muchos
libros" y con Carlos Loret refirió que "las
declaraciones (de Granier) dan pena". O sea que hablar a profundidad,
como debe ser, no fue el problema sino con quién.
Claro que ante una
audiencia nacional Núñez no podía rehusarse a comentar algo que en el pueblo
sí. Imagine el "escándalo", lo inapropiado. Quizás no imaginó
que su desprecio por los medios locales y por quienes los escuchan también
sería advertido.
Empero lo medular de
las desavenencias de Granier y Núñez quedó de nuevo en el aire. Primero-en
Tabasco- Núñez negó "categóricamente" conocer el domicilio
actual de Granier y después con Loret de Mola refirió que "hay
versiones de que está en Miami o Madrid", que no hay certeza porque "no
lo está espiando". Fue uniforme, ahí sí, en sus dichos respecto a que
no ha "asumido ni asumirá compromiso (ni pacto)
alguno" con su antecesor.
Su "comunicado"
subió de tono al final cuando llamó a Granier "depredador del
presupuesto público", justo después de advertir que Granier quiere
presentarse como víctima y busca que el pueblo se compadezca de él.
Insuficientes fueron sus dichos pues de nuevo faltó algún anuncio de peso, si
se tiene tan claro el papel que el Químico jugó en el "desastre"
que le heredaron.
Ante tantas palabras
debe recordarse que el fondo de la disputa Granier-Núñez es el alcance del
problema financiero que se mantiene ante la desesperación de algunos, en el
terreno exclusivo de las acusaciones.
Núñez aportó pocas
cosas para controvertir la afirmación Granierista de que Tabasco no está en
bancarrota. Como ya se sabía rechazó que la entrega recepción con su gobierno
se haya dado con "normalidad". Recordó que las "dos
ocasiones que le requirió información fidedigna y la documentación soporte
sobre el total de pasivos" del gobierno que encabezó, solo recibió
evasivas y tácticas dilatorias".
Si bien se ha dicho
también que hay una denuncia por la "desaparición de documentos vitales
para el conocimiento de las operaciones de la entonces Secretaría de
Administración y Finanzas, Núñez no explicó -y no dejó que le preguntaran-
por qué José Sáiz no ha sido citado a aportar mayores elementos sobre el caso,
no como indiciado en algo, sino en apego a sus responsabilidades como ex
servidor público.
¿Por qué tanta
consideración, tanta paciencia? ¿Por qué preferir pagar el costo de algo que no
tiene lógica? ¿Por qué si como dijo Núñez, la administración financiera en los
tiempos de Granier "ha sido todo un laberinto de trampas" y las
"Finanzas de Tabasco fueron saqueadas" se sigue siendo
benevolente?
Nadie niega que haya
denuncias presentadas, pero no hay que perder de vista que hasta ahora han sido
solo relacionadas con el manejo de recursos federales en materia de salud,
educación y seguridad pública.
Tomarle la palabra a
Granier ante su disposición de "venir a Tabasco y aclarar lo
necesario" habría sonado bien en otro momento, no en el día en que le
dijo saqueador, depredador del erario. Ante ese tipo de señalamientos es
imperativa la acción de la justicia.
"Conminarlo
públicamente" junto a José Sáiz y Miguel Ángel Contreras a
presentarse cuanto antes e informar de los dineros desviados, parece más un error gramatical ante la falta de
acción de la procuraduría y una vinculación oficial de estos a la denuncia
presentada por desvío de recursos.
Conminarlos suena a
debilidad teniendo el poder de la investidura y los recursos legales al alcance
para "traerlos" aún contra su voluntad. El peligro mayor para
Núñez ahora mismo, es que -en el mundo- la debilidad suele confundirse y no
precisamente… con novatez.
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